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Fragmento 5:
Diciembre 9/07...
Esta mañana preparaba el desayuno y Felipe llegó. Me preguntó sobre qué hacía yo y quiso acompañarme. Su compañía se hizo persistente cuando subía las escaleras, cuando bajaba... pero me extrañó demasiado cuando quizo entrar al baño conmigo.
-¿Qué te pasa?- le pregunté mientras apretaba con fuerza sus manitas entre las mías.
-Nada, respondió con los ojos atónitos y suspendidos al infinito. Miraba rápido a los costados y volvía la vista. Me ponía nerviosa verlo así, realmente sus expresiones faciales no eran las de siempre...
-¿Seguro?, Me vi obligada a repetir para tratar de sacarle las palabras de su boca...
Fragmento 5:
Diciembre 9/07...
Esta mañana preparaba el desayuno y Felipe llegó. Me preguntó sobre qué hacía yo y quiso acompañarme. Su compañía se hizo persistente cuando subía las escaleras, cuando bajaba... pero me extrañó demasiado cuando quizo entrar al baño conmigo.
-¿Qué te pasa?- le pregunté mientras apretaba con fuerza sus manitas entre las mías.
-Nada, respondió con los ojos atónitos y suspendidos al infinito. Miraba rápido a los costados y volvía la vista. Me ponía nerviosa verlo así, realmente sus expresiones faciales no eran las de siempre...
-¿Seguro?, Me vi obligada a repetir para tratar de sacarle las palabras de su boca...
Felipe miró al suelo y confesó, -Ets que... los mostruos no existen pedo La Mostruo sí... me peguntó si quería ser su hijo, pedo yo le dije que no, que yo ya tenía una mamá, que no quedía, pero no deja de insistir...
Parecía tan sincero su miedo que me preocupé.
Decidí entonces, ya con mi diafragma contrayéndose de forma frecuente, ir a confrontar al cuarto del niño. Al tomar la perilla noté que tenía el tacto húmedo y torpe; tembloroso. No me detuve en ello y entré.
Una vez allí le dije –Mira, si vez que no hay nada. Felipe Levantó la mano y señaló al frente –mídala ahí está, no la ves mami, snif snif, mídala mami, mídala– repetía mientras señalaba al vacío que nos separaba de la siguiente pared.
Sentí mi corazón fibrilar como un pequeño colibrí en celo. De igual manera comencé a percibir que las cosas se movían a mí alrededor, así que me senté unos segundos sobre la cama y cerré los ojos. Apenas pude regular mi respiración pensé en decir alguna palabra inteligente, pero nada vino a mi mente. Me sentí presionada, tomé las llaves de mi Chevette 67 y salí a la casa de mamá esperando algunas escépticas y razonables palabras de alivio.
Decidí entonces, ya con mi diafragma contrayéndose de forma frecuente, ir a confrontar al cuarto del niño. Al tomar la perilla noté que tenía el tacto húmedo y torpe; tembloroso. No me detuve en ello y entré.
Una vez allí le dije –Mira, si vez que no hay nada. Felipe Levantó la mano y señaló al frente –mídala ahí está, no la ves mami, snif snif, mídala mami, mídala– repetía mientras señalaba al vacío que nos separaba de la siguiente pared.
Sentí mi corazón fibrilar como un pequeño colibrí en celo. De igual manera comencé a percibir que las cosas se movían a mí alrededor, así que me senté unos segundos sobre la cama y cerré los ojos. Apenas pude regular mi respiración pensé en decir alguna palabra inteligente, pero nada vino a mi mente. Me sentí presionada, tomé las llaves de mi Chevette 67 y salí a la casa de mamá esperando algunas escépticas y razonables palabras de alivio.
1 comentario:
Pues los ultimos 3 posts me interesaron mucho, es cierto todo lo que escribes?? si quieres puedes contactarme en mi blog o mi correo: heruga@gmail.com
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