11/02/2004

Armadeón

A Posted by Hello



Armadeón era un pequeño armadillo color café oscuro que nació con serios problemas de vista, pero compensado ello gracias a un oído capaz de percibir incluso el sonido que rumoran al viento las hojas secas en su caída otoñal. Pequeño, arrugado y gordito, Armadeón parecía más bien un casco rústico de manchas como teclas de organeta antes que un animal cualquiera de su raza…

Sufrió así un triste abandono familiar nacido de su incapacidad sensorial y su exótica presencia, lo que únicamente fue apreciado por una suerte de adopción que recibió de parte de un fraile español que habría de recogerlo como parte de una expedición botánica.

Dadas las circunstancias, y tras un largo viaje en velero de cuatro lonas, Armadeón transcurriría los primeros días de su vida en tierras europeas, paseando de monasterio en monasterio bajo el brazo izquierdo del religioso. Pero ese fraile, ay el fraile tenía un problema de fino sadismo con la voz del armadillo. Amaba contraer fuertemente sus lánguidos músculos para obtener el quejido lastimoso y sincero de la pobre criatura que no entendía por qué demonios el fraile lo apretaba… Y chillaba… Una vez el fraile soltaba su brazo, presto a una segunda presión, un nuevo y fascinante sonido, más grave que el anterior, salía de las ahogadas fauces del armadillo.

Los chillidos que producía el pobre Armadeón eran tan bonitos que comenzaron a obtener reconocimiento entre los pocos que habían tenido el gusto de escuchar aquellos sonidos que hacía cuando le apretaban la barriga cual fuelle de viento, y los que vibraban cuando lo soltaban y el armadillo, en una inhalación desesperada, profunda y rasgada contra la garganta, producía en busca de supervivencia… así era la vida de armadillo: chillaba y se recogía tomando aire a la espera de un nuevo apretón… y volvía a chillar…

Su chillido sublimaba los sentidos de sus oyentes y, a su vez, era capaz de producir un placer procaz y perverso, surgido de una especie de conjunción entre escuchar el dolor del animal y ver cuán maravilloso podía ser el sonido que se desgarraba desde sus entrañas. A los asistentes se les arrugaba el sentimiento cuando sentían cometer un pecado sin causa, sin daño, pero lleno de placer...

El armadillo anduvo paciente y resignado, sumido en una deuda moral por los favores recibidos de parte del fraile, lo que le costó varios años de su juventud, pero en la medida en que se hizo más popular y demandante su oficio de chillar en los brazos del fraile su paciecia se fue agotando, así que, cansado, se dio a la fuga –una tarde de sueño temprano y profundo de su dueño– hasta donde sus cuatro patas de encurtidas garras lo pudieron llevar… Y así pasó por París, Viena y uno que otro pueblito aledaño que lo recibió casi sin notarlo en su paso tranquilo y breve.

De esta forma sucedieron varias noches de largos sueños y días de caminatas fugaces como el vaivén de la luz solar…

Finalmente, cansado y sólo, se unió en Berlín a un tal Christian Friedrich Ludwig Cuschmann, personaje que realmente supo apreciar al armadillo vagabundo y que le reveló su sentido definitivo y profundo de haber venido al mundo...

Con Friedrich aprendió a obtener más sonidos de sí mismo con menos dolor, y notó, lo más importante, que era capaz de producirlos con su solo recogimiento y ensanche; así, después de todo, había descubierto que lo que buscaba en su vida era producir música y divertirse con ella...
En tales términos viajó y cambió de dueño y de patria una y otra vez, aprendiendo en el camino a perfeccionar el arte de la música.
De todos los amigos que tuvo por lo menos un par le cambiaron el nombre, otros dos le trataron de modificar algunas de sus partes y uno que otro trató de eliminarlo. Airoso, Armadeón se sobrepuso y continuó.

Con el tiempo, y como todo buen artista, Armadeón supo entender que para ser músico no sólo debía preocuparse por su arte. Aprendió un poco de la historia de los países que fue visitando, de su gente, de su estilo, y vivió, entre otras cosas, amores furtivos que irían quedándose en puertos y valles transitoriamente visitados.

De esos amores pasionales y pasajeros resultaron varios armadillos bien parecidos al papá, los cuales fueron quedando por el mundo como hijos bastardos que yacieron adiestrados en favor de producir aquellas melodías graves que alguna vez Armadeón había producido…

Pero Armadeón descubriría con el tiempo la mejor de sus facetas: la parrandera. Una vez agotado del mundo europeo, la pequeña bestia acorazada viajó emparrandado en una lancha de cubanos que volvían a sus tierras después de que los españoles acaeciesen la derrota contra las tropas americanas hacia finales del siglo XIX.

De la misma forma saldría de Cuba colado en otra lancha hacia Argentina, donde su legión de hijos proseguiría y desde donde arribaría a tierras colombianas para conocer su segundo y definitivo nombre… Vallenato…

Ese sonido grave y profundo que aprendió a silbar aquí fue lo que él siempre había querido hacer sonar, lo que le impulsó a dejar los viajes en manos de sus hijos desperdigados por el mundo, mientras él se dedicaba a parrandear y a explorar el sonido del vallenato. Por ello, cuenta la historia, la descendencia y el florecimiento de Armadeón fue vasto alrededor de todo el mundo, pero aunque como él vinieron muchos, sólo este armadillo sería el más aguerrido y parrandero, presto a chillar la melodía vallenatera en la orilla del mundo nuevo, del descubierto, del que disfruta, valora y goza al Armadeón como nadie en estas tierras que se han convertido en las de Armadeón: el corazón del vallenato...

… Inspirado en una historia; la del acordeón… La de ese instrumento grandilocuente que en su vaivén es capaz de hacernos escuchar el viento; ese, justo ese, que al oírlo, como diría el mismísimo Gabo, nos arruga el sentimiento...

10/08/2004

El suicidio de una lágrima

L Posted by Hello


Y allí estaba, allí se encontraba desde que tengo memoria, paseando por el filo de su espacio, desafiante; al tanto de que su ojo no podría contenerla por mucho tiempo.

Cada noche daba un pequeño paso más, como si realmente quisiera desbordarse; tal vez inconsciente de la caída que le esperaba...

Pero igual, ¿Por qué se quería ir...? ¿Acaso no estaba cómoda y caliente en su saco lagrimal?, ¿acaso había discutido con otras lágrimas y quería llorar?, o ¿sería tal vez que sentía con angustia lo que su dueño se negaba a sentir?... ¿acaso esa lágrima tonta pretendía impulsar sus emociones al vacío enorme donde se es libre pero se paga incluso con el más alto de los precios...?...

¿Será que el golpe al final de la caída tendría su recompensa?, ¿sería el abismo la calma de toda tempestad...?

Finalmente, decidida, terminó el trabajo que hace varios días había emprendido. Se deslizó por el párpado inferior hasta el borde del ojo para dejarse caer por la mejilla, recorriendo cada poro de la piel, esquivando los pequeños pelos de la barba a medio afeitar, y tomando cada vez un poco más de velocidad, como una gran bola de nieve que ya no tiene posibilidad de regresar...

Y cayó... Fueron catorce imperceptibles giros en el aire los que antecedieron al enfrentamiento con la tierra, a cuyo encuentro la gota se reventó en tantas partes que sus fragmentos parecían un vapor húmedo y tímido de aquello que alguna vez se llamó gota...
Gota, siempre gota, cumpliendo su finalidad de desplazamiento hasta el punto infame en el que se desintegró contra el piso, obligada por la gravedad; determinado su destino varios centímetros antes del suelo…

Primera pero no última, a la gota vinieron otras; cientos de ellas que acudían al llamado; un repetido, consistente y breve lamento de innumerables partículas que dieron la vida para hacer parte...

Así mismo, seco y súbito, el fin sobrevino con la caída de una última gota... gota que no era lágrima, era el canto del final de la lluvia... el grito silencioso de otras como ella que, un día cualquiera, entendieron que era mejor arriesgarse al desconocido vacío –buscando ser gota atravezada por el destello de luz–, más allá de la duda segura, reprimida y temerosa, allá arriba al calor de un saco lagrimal...

10/07/2004

V

V Posted by Hello


Sé que me observa…
¿nunca has sentido que te observan?...
que mientras ríes en la calle está ahí…
que se esconde y que su clandestinidad le trae placer…
que te cohíbe y te domina su mirada

Pero no lo he visto,
aunque después de tanto tiempo
insinúo con excesiva certeza de quién se trata,
no lo he visto...

El problema es que ya me sucede a mí también;
ya me causa placer que me observe…
tanto tiempo después,
¡necesito que me vea!

El problema, en realidad,
está en que ya se ha dado cuenta,
ya sabe que lo insinúo y que lo espero,
y no le gusta la idea.
Quiere mi miedo; mi intriga…
no mi placer ni mi entrega a su mirada.
Él me quiere observar, pero sin mi consentimiento…

Y nunca nada podrá ser para los dos,
Sólo la aberración, el deseo incumplido,
La fantasía imaginada…
Pero nada más…

Uno de los dos partirá,
y allí acabará todo…
justo en el mismo punto negro y muerto
en el que estuvo esta historia antes de comenzar…

10/03/2004

Wounds

Posted by Hello


Salir de casa, de esas mismas veinticuatro paredes que rodean tu existencia en la constancia de los días, es un evento notablemente diferente cuando tienes un solo brazo. Vestirse, amarrarse un cordón, sacar las monedas que pertenecen al bolsillo del costado de tu brazo lisiado, y una infinidad de insignificantes tareas cobran mayor sentido, y se observan desde una posición más respetuosa, cuando uno de los brazos tiene que darse vacaciones.

Entonces sales como lo habías acordado y te encuentras con esa persona especial que dijo acompañarte, pero no la puedes abrazar ni dar la mano, y genialmente entre los dedos de tu otro brazo aprietas una carpeta que tal vez no debiste llevar hoy, y que termina cargando ella por una especie de compasión disimulada en el gesto afectuoso de quien si puede ayudarte por qué no hacerlo.

Luego subes y detienes un ejecutivo cualquiera en la ya cotidiana avenida 7ma, y en un movimiento casi reflejo la dejas subir primero, y el atarbán del bus arranca cuando de un brazo y un pie depende la integridad del resto de tu cuerpo. Maldices, agradeces no caerte y te sientas malhumorado considerando cuan grato sería tener carro propio, aunque luego recuerdas que no podrías manejarlo… Finalmente, miras por la ventana cómo se desprecia, o mejor no se aprecia aquello que se tiene… y entiendes el refrán…

Bajas normalmente del bus y te das a la tarea de subir escaleras, lo que haces más despacio que de costumbre, distraído en las palabras de tu acompañante, mientras algunos observan tu desgracia menor con ese tedio desentendido de lo que no les está pasando.
En aquel momento te encuentras un amigo, una persona especial que con amable sátira te roba una sonrisa y anima ese momento en el que ya casi habías olvidado por completo que tu brazo no se extendía hacia abajo, sino que permanecía plegado en un ángulo de noventa grados dentro de un ridículo cabestrillo azul que te hace diferente, y lo seguirá haciendo durante unos quince días…

Y todo termina ahí, aquí, en un cuarto de clase, cuando agradeces más que nunca haber nacido zurdo y poder escribir las palabras, cualesquiera que sean, las que pronuncia tu profesora…

Pero vayamos un poco más atrás. La noche, compañera silenciosa que guarda entre sus sombras los más temidos secretos. Allí sucedió todo, en un instante incomprensible que determinó la forma como se mira la oscuridad, esa que le viene siempre al sol y que hace la realidad un poco más amenazadora.

Aquella oscuridad comenzó puntual, como todas las noches, a eso de las seis de la tarde. Primero un velo suave, como indicio de otro más pesado que vendría tras la caída del sol; caída que debió ser indicio de algo más… que hubiera sido indicio sin su regularidad reconocida por todos nosotros…

Y vino la noche absoluta, y con ella el sueño, y con el sueño el descanso… y con el descanso los sueños… y con los sueños la caída…

Y allí sucedió todo… al vacío fue el alud, en la inconsciencia de un cuerpo gobernado por sus sueños, pero no por aquellos anhelados, sino por los espantosos, por aquellos que recreamos con horror en la ficción cinematográfica para librarnos de su presencia…

Y allí mismo termina todo… en el instante fugaz en que el cuerpo reacciona a la mente, o, quizás, donde la mente reacciona a justificar lo que el cuerpo hace y siente… de cualquier manera todo termina casi al instante de comenzar; en el desvarío del acto, en la representación de una realidad a la que no le damos crédito porque despertamos de ella y no en ella, pero que, al parecer, también puede regir nuestros actos… temidamente lejos de nuestro control…

Ente… controlado como las máquinas se controlan, levantando con una laguna en las razones que preceden a la acción, en la tristeza de no poder encontrar justificaciones o recreaciones precisas frente a lo que se hizo o se sintió… como en la realidad, donde solemos explicar y entender nuestros actos siquiera para confortar el error de las acciones a través de su justificación…

Y duele, duele sólo lo suficiente como para recordarte lo que sucedió, pero no piensas mucho en ello porque puede aterrorizarte… totalmente…
Y así termina todo… cuando de nuevo parece estar bien, cuando estás curado del brazo que alguna vez resultó maltrecho…

Descansas, descansas recuperado y tranquilo gracias a la curación de tu extremidad, pero, por otra parte, estás temeroso e inseguro porque no hay control sobre la noche, porque aquella herida queda abierta, porque es en ese espacio vacío e indeterminado en el cual tú no eres del todo tú, sino un alter ego controlado por el sueño… sencillamente tú no existes... él usa tú cuerpo y no existe sino él…: el sonámbulo

10/02/2004

Cuento de almas

SS Posted by Hello


I.
Érase un alma sin rumbo que no quería hacer parte de la vida común de las almas. Vagaba todas las noches desde temprano hasta entrada la madrugada, donde se ocultaba temporalmente en su cuerpo adolorido y quejumbroso; quejumbroso no por su cuerpo en sí, sino por su alma inconforme, esa misma que sale en las noches y grita en el día a las limitaciones de la estupidez terrena, a las restricciones de su cuerpo, a su sistema, e incluso, a su propia gente.

Su máscara de carne, del hierro forjado por el paso de los años que aún no habían podido completar su labor, reflejaba la clara realidad en la que vivía, reflejaba esa bruma densa que te encorva y deja tus hombros delante de tu espalda... justo esa realidad muchos años después...

Y va por los tejados, tan perdida como el primer día, con la certeza de tener mucho que encontrar, pero con el pesimismo de no poder hacerlo, con la posibilidad de la sorpresa hecha añicos para protegerse del dolor.

Y busca su felicidad, esa que se quedó en los enrejados oscuros de la memoria y que las fotos de su niñez perpetuaron: Tan bonita que da miedo volver a recordarla para saber que ya no está.

Mírala, vuelve a su cuerpo sin saber que lo que soñó no es el vil invento de su mente, sino la realidad que recorrió su alma insaciable al amparo de la noche; en los mundos irreales que se le niegan al hombre incrédulo que olvidó qué significa estar allí.

Luego se pregunta durante el día sobre el porqué de su condición, porqué es tan ambiciosa, porqué quiere hacer tantas cosas y aún éstas son insuficientes para conformarle...

Tan inocente es, sin saber que en el ocaso de los soles, cuando la luna se refleja contra la espuma del mar, hace como el hombre lobo, como las más dignas criaturas de fantasía, pasando a ocupar el lugar que le corresponde, paseando sin saber lo afortunada que es, sin entender que esa soledad de las noches no es más que la fortuna de caminar a través de los pasajes olvidados por la negación... por la tozudez humana de no ver más allá de lo que sus sentidos le permiten, por convencerse de que la realidad está frente a sus ojos evitando el miedo, sintiendo la comodidad de sus camas ante la sistemática seguridad de su acostumbrada realidad, felices de que la rutina habite sus días, de que los caminos no cambien, de que la vida no les exija un poco más...

Tanta felicidad tenía en su interior sin descubrir, oculta por el solo hecho de no poder concebirla, de que los ojos cerrados no pudieran ver a través del cristal, a la espera de su ángel; a la espera de una bofetada de sensatez, una tan fuerte que pudiera desmayarse y dormir para siempre en el mundo mágico del que nunca debió despertar...
II.

“Me duele, ¡es que acaso no entiendes!... ¡maldita sea!, es que me siento mal, es que me duelen las lágrimas de tanto llorar, es que no entiendes.... ya no más, me niego a seguir viviendo así...” Al término de esas palabras lloró sobre su hombro, justo en el momento previo al despertar, justo después de conocerlo... casi sin quererlo, lloró sobre él, porque sabía que al agua no le sobraban unas gotas de sal... y ese era el sujeto... un habitante de las profundidades que salía a tierra a buscar comida cuando la necesitaba...

Y él también la encontró, justo allí donde la había dejado la noche anterior, donde ella había vuelto en el día sin explicarse el porqué...

La conoció, justo en el portal de las ilusiones que se abre sin razón para él; cuando más bella es; cuando por fin pudo liberar un poco de su interior; cuando fue lo que realmente siempre ha sido pero que nunca se ha permitido ser por el miedo, por ese lamento omnipotente que nos posee y que hace de nosotros la seda ante los detalles del sufrimiento y rocas gélidas para la felicidad... y se reveló sin saber, con la penetrante inconsciencia de sus sueños, con la única condición de no pensar, de no sentir, de hacerlo sin saber, pero a conciencia de que debía terminar de hacerlo... ella, por supuesto, impulsada por sí misma a lograrlo todo...

III.
Esa es la parte sabida de la historia. Dos corazones, un sueño, las ilusiones de por medio, el redescubrimiento mutuo en el renacimiento hacia ser una nueva persona, o mejor, a completar la persona que era.

Aquí sigue la parte que sólo yo sé... aquí está el relato de lo que él espera de ella; de lo que ella necesita de ella misma para terminar la historia... para hacerla funcionar como se escribirá en estas líneas...

Acaecieron los hechos y así mismo las noches, y las cosas cambiaron tanto como el cielo cuando la luna se pelea con el sol, y las cosas llegaron tan lejos que ni los mismos tiempos pudieron contar los tiempos; tan lejos que nadie fue capaz de impartir la lógica, la razón o la historia a los hechos de aquel encuentro... ni siquiera ellos pudieron lograrlo... nunca lo quisieron y, como todo, cuando dejaron de preocuparse por esas cosas, éstas desaparecieron al mismo ritmo que desaparece todo lo que se va desprendiendo de lo que realmente importa...
Y allí estaba el final de todo, tras la capa oscura y caprichosa de lo inservible, tras la fila de accesorios e ideas inútiles que nunca nos permitieron pensar, que nunca nos dejaron ser otra cosa diferente a lo que ellos realmente quisieron... y fue cuando las circunstancias dejaron de importar, cuando lo que importaba era la suma de las pequeñas cosas, pero no las malas, no esas que no sirven, sino las buenas, esas que se ven menos, que suelen estar escondidas, atrapadas silenciosas dentro de las pequeñas malas cosas que nos pretenden aburrir todos los días, que le ponen límite y precio a nuestros deseos y a nuestras intenciones...

Fue allí, en el momento dulce donde las cosas malas fueron pocas, donde los dos se hicieron uno más grande y sortearon el doble de bien los problemas, disfrutaron el doble de sus alegrías y aprovecharon la vida grandiosa que nunca les tocó, sino que eligieron, y a la que nada se pudo interponer... en cierto punto ni ellos mismos...

IV.
Hoy sé que ella sí era lo que él siempre supo que era, aunque ella a veces lo dudara estoy seguro que también lo sabía, y estoy contento de darme de cuenta de eso, de darme cuenta que cada vez las reglas y los parámetros les importaron menos, pero la vida hizo que los respetaran más, que realmente creyeran en ellos; en sus sentimientos... en esa cosa extraña que está en nuestro interior y que nos hace ser lo que somos...

Ahora lo han aprendido los dos; no uno del otro, sino juntos... ahora son dos los que vagan en la noche, en la bruma, pero no en la densa, sino en esa fría que te arrulla cuando estás a punto de despertarte; esa que te invita a seguir soñando...

Y ahora están donde antes quisieron estar; donde quieran estar, porque lo único que rompe los límites es el deseo intenso de hacer las cosas realidad, de entender que la inconformidad es la virtud de lograr lo inalcanzable, de entender que las reglas se hicieron para romperse y los límites para borrarlos con la arena del zapato que recogiste cuando caminaste al infinito, justo hacia donde el hombre no existe, donde su sistema desaparece y donde la fina estructura se cae con su propio peso, por su absurdidad, por su defecto de reglamentar el delicioso sinsentido de la vida; ese que estas dos almas están aprendiendo, ese que los hace felices y que cada uno le recordará al otro cuando éste se atreva a intentar olvidarlo...

V.
Solos nunca lo hubieran podido lograr... no lo podrían lograr, pero para eso están juntos y hoy empieza esta historia; la que les acabo de relatar... la que sé que ella vive, de una u otra forma vive, y él, detrás, no se dejará rezagar, créanme, porque tiene un motor poderoso que le hace perseguirla y que no le dejará de funcionar hasta que un día, ambos, “no se cómo ni con qué pretexto”, por fin sean felices... juntos, necesitándose, dándose cuenta de que las buenas cosas son las que realmente importan y que los sueños están para vivirlos, y como tales, cumplirlos...

… hoy, cuando comienza la historia que les narré, él le ofreció a ella la fantasía. La fantasía dentro de la realidad a la que estamos sometidos en cuanto permitimos estarlo; realidad ante la cual ellos van a ser más grandes y a la cual van a dejar muy lejos.
Hoy él le propuso que sea esa niña que tantas veces ha visto, sí, la de los sueños, la que es tan real que se puede sentir a diario, y por la cual intentará seguir adelante... para que ella sea siempre ella... y él siempre él; a su lado… ¿aceptará?...

Aunque a cambio le vendas tu alma, para que no esté sola, para que no estés solo... para que, sin importar el camino, desemboquen a conocer el definitivo sentido de lo que es amar…

9/30/2004

La Cosa

cosa Posted by Hello


II.
¿Sabes una cosa? -No, pero tal vez mañana la aprenda... ¿tú la sabes? –No, yo tampoco, por eso te pregunto... pero, si nadie la sabe, ¿porqué hablan tanto de ella?... – ¿de la cosa? –Sí, creo, ¿por qué? –Dicen que una mañana, con la primera luz del día, un loco contó que la Luna le había revelado el secreto de la vida eterna. –Y qué dijo, ¡cuéntame!... –Dijo que quien consiguiera mantener a la cosa de su lado lograría la eternidad, olvidando lo penoso de la muerte, la tristeza y la enfermedad.

III.
Ayer la conocí... - ¿A la cosa? –Sí, a ella misma. –Y como era... –Fatalmente hermosa... una maravilla inolvidable… no puedo dejar de pensar en ella, me absorbe por completo, pero… por fin soy feliz... -¿En serio? –Te lo juro, es incomparable... ojalá que puedas conocerla algún día de éstos... –Y, ¿dónde estaba?... -Caminaba por ahí, esperando a que yo diera el primer paso; tan súbita que no podría repetir los sucesos, igual no importa, ya está conmigo y JAMÁS la dejaré de lado.

IV.
-Estoy destruido, la cosa se fue... -¿¡Esa cosa!? –Si viejo, tan hermosa era y un día sencillamente se desvaneció entre mis manos. No lo entiendo, si era lo único en mi vida y me hacía tan feliz, no entiendo porque decidió irse de mi lado; definitivamente no lo entiendo... –Y ¿va a volver?... –Ojalá, pero temo que ya no sea igual... -¿Cambia?... –Todo el tiempo... y eso es lo que más me asusta, porque tal vez no se ha ido, pero ya es tan diferente que definitivamente no la quiero... sólo queda el anhelo de lo que era... aquello que ya no es...

V.
-Hoy voy a morir... -¿por qué?... -Porque desde que se fue la cosa mi vida ya no encuentra suficiente sentido en nada... –No puede ser, se debe poder vivir sin ella... –No, después de vivir la cosa todo es vano, y entiendo que es única y tan grande virtud que nadie merece del todo recibirla y, quien lo haga, tendrá que pagar su precio... pero ya sé qué es esa cosa de la que hablábamos... es lo más bello que puede tener la vida de alguien... así valga la peor de las muertes: la muerte en vida. Si me preguntas a mí, si yo volviera a tener esa oportunidad, seguro que tomaría la cosa sin pensarlo dos veces... ¿tú que harías?...

VI.
El titular del periódico precisaba: “dos jóvenes mueren a causa de haber perdido el sentido de sus vidas”... y más adelante cuenta: “dicen que una cosa les detuvo el proceso de envejecimiento, pero al perderla envejecieron más rápido que cualquier humano...” finalmente cierra la noticia narrando: “mañana temprano serán quemados en la plaza central por determinación de la relación de los hechos con cuestiones de magia y hechicería.”…

9/29/2004

Desechable

Food Posted by Hello



Estuve a punto de morir asfixiado.
Mis pulmones contraídos se llenaban de aire para seleccionar esas excasas moléculas de oxígeno, mientras intentaba obviar el olor a gente, de miles de maquínicas personillas embutidas en el mismo lugar a la misma hora, creyendo que escogen entre los mismos cinco productitos que salen todas las noches por la T.V… y los deben ver como en la TV.: detrás de un vidrio transparente que no te deja sentir, que no te deja oler; todo se combina… todo huele a la misma masa procesada de todos los días, a ese aire privado de lo que no es tuyo…

Nauseabundo… el olor del sudor concentrado de cientos de personas en un lugar pequeño y caliente… el olor de la grasa de las carnes que reposan desde temprano en la vitrina… ¿olor?... esto ya no huele; hiede en una conjunción fétida y hostigante que te hace querer salir; que te hace querer ir a estudiar cuando no lo debes; que te hace querer gritar sabiendo que igual nadie te escucha…

Míralos… mira al gordo cochino que chasquea sus dientes cuando come… mira sus labios babosos que expulsan migajas mientras habla… ¡sucio!... ¡asqueroso!...

Y no lo soportas… aunque lo intentas y crees no tener el dolor de cabeza que te martilla las neuronas, lo intentas… lo intentas como si tu vida dependiera de ello, pero no puedes…

Lo golpeas una y otra vez hasta el cansancio… Y ahí vienen a detenerte, pero no te importa; podrías golpearlos a ellos también de ser necesario… pero no, después de la primera piedra el gordo fue mártir; el chivo expiatorio; el ser repugnante que todos alguna vez hemos querido golpear hasta ese punto cruel en el que serías capaz de arrepentirte.

Pero lo disfrutaste; lo disfrutaste tanto que te olvidaste de su mal olor, de la asquerosa cafetería; de lo hostigante; de lo sucio…

Y te das cuenta de que eres un asocial; un ser tan despreciable como todos los otros pero solo… y aunque no le intereses a nadie sonríes, pero esta vez lo haces de verdad… como si realmente no te importara…

DE MADRUGADA

F&S Posted by Hello


HISTORIA DE LA MUERTE DE UN FÓSFORO


Tres cerillas... no importa, con una es suficiente...

Aunque sería bueno tener una caja para las tres cerillas... igual, tengo mi pulgar...

La cerilla fue superada por la sombra omnipresente de mi dedo pulgar. Apoyé la uña mugrienta sobre la parte inferior de la cabecilla venenosa del fósforo y rasgué hacia arriba... una chispa, un chasquido ilusorio de la llama que no encendió me empujaba hacia un segundo intento...

Una vez más mi dedo reposaba allí, estático pero potente, presto a cumplir el jugado destino del fósforo desde que cortaron el árbol; el patético destino de la naturaleza a merced del hombre. Y empujé, llevé mi dedo contra la gravedad tan fuerte como me fue posible, y prendió... una llama fulgurante y hermosa emprendió camino desde el comienzo de la cabecita rosada de mi fósforo y se desarrolló a su máximo esplendor en un instante –como una flor– para consumirse a sí misma hasta apagarse.